Home / Deportes / Censura y mentira organizada en los medios durante el Mundial 1978

Censura y mentira organizada en los medios durante el Mundial 1978

Para poder aprovechar al Mundial de fútbol como propaganda política, el Gobierno militar censuró abiertamente a aquellos que no se disponían a «colaborar» en la construcción de una excelente imagen pública del país.

Con ese objetivo, la dictadura diseñó y ejecutó un plan de censura sistemática y dos semanas antes del inicio de la Copa envió una circular oficial a todos los medios en la que se vedaba cualquier clase de análisis contrario al evento mundialista.

La medida prohibía expresamente criticar el desempeño deportivo de cualquier integrante de la selección nacional y tampoco permitía objeción alguna en relación a las decisiones tácticas de su director técnico, César Luis Menotti.

Este tipo de aceitados mecanismos no sólo revela el fervor que el Gobierno de facto tenía puesto en la organización del certamen, sino la importancia política que significaba lograr alzarse con la Copa del Mundo.

«En consideración al espíritu patriótico que debe guiar a todos los argentinos ante el mundo», Radio Splendid recibió un comunicado en el que le ordenaban «durante los próximos días, y hasta la finalización del Campeonato Mundial de Fútbol 78, fíjase como pauta oficial de la emisora la abstención absoluta de comentarios adversos a nuestra Selección, en forma particular o general, en todos los programas de la misma, sin excepción».

Por su parte, a la Revista Goles Match se le «aconsejó» que «la línea política de las publicaciones debe ser prolijamente encauzada hacia una actitud mesurada y constructiva, de inteligente apoyo crítico a las instituciones, a las autoridades y a los hombres que tienen y tendrán la muy compleja tarea de llevar a buen destino las actuales y futuras etapas del país».

«Seremos totalmente intransigentes con toda manifestación periodística que apunte irresponsablemente a fomentar descontentos o tienda a la disociación de la paz social o de la unidad nacional», advirtieron.

Mientras el engranaje de censura funcionaba a la perfección, otros medios se constituyeron en la propaladora necesaria para «vender» la buena imagen del país al exterior y fueron los cómplices necesarios para poder ocultar el genocidio.

El pool de revistas de la Editorial Atlántida lideró esa campaña que conjugaba el fútbol con un exaltado y confuso sentimiento patriótico.

Por ejemplo, la revista «Para Ti» regalaba postales a sus lectores para que las enviara a los políticos y organizaciones europeas que protestaban por las violaciones a los derechos humanos.

La revista «Gente» se encargó de mostrar a los «líderes» del Proceso de Reorganización Nacional, mientras que la revista «Somos» advertía que un «subversivo» podía ganar el Premio Nobel de la Paz: Adolfo Perez Esquivel.

El caso más paradigmático del grupo fue, sin lugar a dudas, una carta inventada que publicó la revista El Gráfico, en la que reproducía una supuesta misiva que el capitán de la Selección holandesa, Ruud Krol, había enviado a su hija en Amsterdam para tranquilizarla.

«Mamá me contó que los otros días lloraste mucho porque algunos amiguitos te dijeron cosas muy feas que pasaban en Argentina. Pero no es así, es una mentirita infantil. Aquí todo es tranquilidad y belleza. Ésta no es la Copa del Mundo, sino la Copa de la paz», decía la carta.

«No te asustes si ves alguna foto de la concentración, con soldaditos vestidos de verde al lado nuestro. Esos son nuestros amigos, nos cuidan y nos protegen. Nos quieren como toda la gente de este país. Papá está bien. Tiene tu muñeca y un batallón de soldaditos que lo cuidan, de cuyos fusiles disparan flores. Diles a tus amiguitos la verdad: Argentina es tierra de amor», continuaba.

La carta desató una gran polémica: mientras Krol negaba rotundamente tener alguna relación con ese texto, el periodista Enrique Romero afirmaba haberla escrito él, pero con la autorización del jugador holandés.

A raíz del suceso, la revista «El Gráfico» y la Cancillería argentina debieron pedir disculpas a la embajada holandesa en Buenos Aires, pero nunca se desmintió públicamente.

Fuente: NA

Comentários no Facebook