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Misionera nominada en Italia a la Mujer del Año 2018

Margarita Meira nació en Eldorado, y hoy es presidenta de la Asociación Madres Víctimas de Trata. Perdió a su hija Susi en manos de una red en 1992, año en que la asesinaron.

La nominación a la Mujer del Año 2018 en Italia es un reconocimiento importante, sin dudas, pero para Margarita Meira es también una oportunidad: le permitirá instalar en la agenda pública -y mundial- la temática por la que pelea desde que perdió a su hija Susi: las niñas, jóvenes y mujeres víctimas de trata.

Generar conciencia y trabajar para que a nadie más le vuelva a pasar es la razón por la que se levanta todas las mañanas y por la cual la nominaron como la Mujer del Año 2018 en Italia. “Es para todo el grupo, nunca me imaginé un premio tan importante”, señaló Margarita en diálogo con PRIMERA EDICIÓN. Este reconocimiento es otorgado por el Consiglio Regionale della Valle d’Aosta de Italia. 
 
Esta mujer misionera, oriunda de colonia Villa Hermosa a 17 kilómetros de la ciudad de Eldorado, se fue a vivir a Buenos Aires con 18 años con la intención de terminar la secundaria y estudiar Medicina, pero la vida le tenía preparado otro destino. Enviudó de su primer marido, papá de Susi, y conoció a Miguel, su compañero de vida, quien crió a su hija hasta el día que desapareció. Ese día Margarita conoció el infierno. “Cuando vino la debacle a fines de los ‘80 nos pusimos un comedor en Constitución después de que los dos nos quedamos sin trabajo. Susi me ayudaba en ese comedor. Tenía 15 años cuando desapareció”, recordó Margarita. “Pensé que se fue con el novio, como me decían los jueces y la Policía. No tenía idea de la trata”, agregó.
 
Sin embargo, algo le dio mala espina. Recién llegada a Buenos Aires había escuchado el caso de una joven que desapareció camino al colegio y no la encontraron nunca más. Ese recuerdo volvió a su cabeza el día que desapareció Susi. En ese momento comenzó un peregrinar en el que golpeó todas las puertas, caminó todas las calles, habló con todos en búsqueda de su hija. “Yo estaba embarazada de mi último hijo, Manuel, que no la conoció a Susi. Así me enteré que ella estaba en manos de un mafioso que venía drogas y robaba. Sus antecedentes tenían 70 centímetros de alto, lo sé porque me lo mostró un policía amigo. En ese momento me di cuenta de que estaba en manos de una terrible anaconda”. La metáfora tiene que ver con su vida: a Margarita casi la devoró una anaconda de 10 metros cuando era niña. 
 
Su reclamo para que busquen a su hija llegó hasta la Casa Rosada, con Carlos Menem como presidente, y la respuesta fue siempre la misma: dejar a las autoridades que hagan su trabajo. Así pasó un año. La situación económica no mejoraba por lo que Miguel se puso a manejar un taxi. Un día, uno de sus compañeros tuvo como pasajero al asesino de Susi quien en el auto contó que la joven estaba en la morgue. Así se enteraron del desenlace: estaba embarazada, quemada y la autopsia comprobó que murió asfixiada. Fue el 23 de marzo de 1992.  Sin embargo “no hay nadie preso ni nadie fue juzgado por la muerte de Susi”. 
 
Pese a esto, Margarita agradeció haberla encontrado “porque o sino todavía la buscaría”, dijo, pero ahí se dio cuenta de lo peor. “No sabía que esto era una red mafiosa de millones de pesos y que estaban todos enganchados”, afirmó. 
 
La asociación de madres
 
En la búsqueda de su hija, Margarita se encontró con varias mamás  que estaban en su misma situación y se abocó a la tarea de rescatar a chicas de los prostíbulos. Así descubrió las “ofertas” de jóvenes en páginas de Internet de todo tipo. “El Estado no las encuentra mientras hay páginas de Internet ofreciendo pibas”, señaló. 
 
Frente a esta situación, su marido, Miguel, se puso a estudiar abogacía y se recibió “porque no hay abogados para la trata, el Estado pone como defensores oficiales en estos casos a estudiantes” y así comenzaron una lucha que ya lleva más de 25 años
 
Las mamás que se encontraron en el dolor se unieron en una asociación que llamaron Madres Víctimas de Trata “porque somos tan víctimas como las víctimas”, indicó Margarita. Su conformación oficial fue hace tres años pero ya venían juntas desde hace tiempo. Comenzaron solo ocho madres y hoy son más de 800 entre docentes y artistas que se acercan a brindar su apoyo y están en cada movilización. 
 
“Hace un año que todos los viernes damos vuelta a la pirámide de la Plaza de Mayo con el pedido de que se cierren todos los prostíbulos y la aparición con vida de las pibas. Estamos inundados de prostíbulos donde nuestras hijas sufren las peores violaciones”, indicó. 
 
Además, ante cada nueva denuncia de una chica desaparecida llegan hasta la comisaría que interviene en el caso a exigir que se investigue y están detrás de los expedientes judiciales para avanzar en las causas. De toda la parte legal se encarga Miguel, su marido, con otro abogado que colabora. Todos lo hacen como voluntarios: hacen peñas para reunir fondos y pagar las fotocopias de los expedientes para avanzar en las causas o van hasta los Tribunales y sacan fotos con los celulares a sus páginas.
 
Sin embargo la lucha no se detiene. “Nuestra idea es tener un lugar para rescatar pibas de los prostíbulos. Pero no conseguimos dónde”, dijo Margarita quien indicó que “hemos rescatado a varias pero no tenemos donde contenerlas. Las chicas salen quemadas, infectadas, embarazadas, drogadas, alcoholizadas. Ellas necesitan un tratamiento especial”, remarcó. 
 
Margarita es madre de cuatro chicos: Susi, que ya no está, Martín, Guadalupe y Manuel. Por Susi no abandona esta pelea que emprendió. “Es una lucha muy dura porque peleamos contra una corporación mafiosa”, repitió. Es más, hace dos meses el comedor amaneció con balas en las puertas como un mensaje que igual no la detiene. Esa lucha generó el interés de la prensa italiana y derivó en la nominación a la mujer, o mamá, del año.
(P.E.)

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