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A un año del femicidio múltiple en San Pedro: “No sólo quitó tres vidas, destruyó a toda una familia”

El 7 de agosto del año pasado, la provincia de Misiones se tiñó de sangre y luto luego de que se conociera el femicidio de Raquel Pereira (22), seguido de los femicidios vinculados de sus dos hijos, Jefferson (8) y Thiago (3), en Terciados Paraíso, San Pedro. La terrible escena de los tres cuerpos mutilados sobre el suelo es una pesadilla que aún tratan de superar sus familiares, pero les resulta imposible asimilar tanta saña por parte del femicida.

 

 

Están -como no podría ser de otra manera- destruidos y aseguran que durante este tiempo no dejaron de recordar a las víctimas ni un instante, ni un sólo día.

El primer aniversario los encontró construyendo con sus propias manos los tres panteones para las tumbas de la familia asesinada y superando la pérdida del abuelo de Raquel, Joaquín Pereira (93), que partió hace un mes.
En tanto, la casa de Colonia Fortaleza en la que vivía la joven madre con sus hijos tuvo que ser desarmada por la angustia que le generaba a su abuela Matilde Ríos, hoy viuda.
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La casa donde se produjo el crimen hace un año. | Foto: Archivo
La mujer, que hoy tiene 85 años, fue quien descubrió la aberrante escena cuando llegó al hogar de nieta y sus bisnietos para llevarles pan. Raquel era una joven agricultora que creció junto a sus abuelos hasta que se mudó con sus padres a Colonia Paraíso, pero  meses antes de ser asesinada volvió a su chacra para edificar una precaria vivienda de madera en medio del monte e instalarse allí con sus pequeños.
Sin embargo, todos sus sueños fueron destruidos tras una relación de poco más de tres meses con Silvio Mogarte, su ex pareja y único sospechoso de haber cometido la matanza a machetazos. El hombre hoy está detenido con prisión preventiva por los delitos de femicidio y doble femicidio vinculado, carátula que le deparará una pena de reclusión perpetua si es considerado culpable en un futuro juicio.
Las pruebas lo señalan. Fue interceptado en cercanías del lugar del hecho con heridas de bala que -se cree- fueron producto de un intento de suicidio que le valieron varias semanas internado. Además, hace pocos meses el Juzgado de Instrucción Tres de San Vicente recibió las pruebas del ADN incautado en la escena, que terminaron por acorralarlo y definieron su situación procesal.
El miércoles, El Territorio fue hasta la casa de la familia de los Pereira en Paraíso y se entrevistó con ellos. Quienes más sufren con lo ocurrido son Viviana y Darío, dos de los hermanos de Raquel, que presenciaron la desgarradora escena del crimen.
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La madre y la hermana de Raquel la recuerdan con dolor. | Foto: Carina Martínez
“La última imagen que tengo es la peor. Haberlos visto muertos. Ese momento fue terrible, es una pesadilla hecha realidad. Recordarlos con todos esos cortes, yo recuerdo el color de la ropa y cómo estaban. No es fácil, esa imagen viene siempre a la mente”, indicó entre sollozos Viviana Pereira.
La familia recordó con angustia algunas ocasiones en que les faltó fuerzas para afrontar el sufrimiento ante la ausencia de Raquel, Jefferson y Thiago. Fechas como la de los cumpleaños, Día de la Madre, Navidad y Año Nuevo han sido las más sentidas. Antes, cada semana estaban juntos, principalmente los domingos. Durante estos doce meses, contaron, esas reuniones se siguieron haciendo en el cementerio, frente a la tumba de quienes ya no están.
Perder la vida de tres integrantes de la familia de un momento a otro, de forma inesperada y haber visto en sus cuerpos el violento ataque por parte de Mogarte resulta inconsolable.  Al punto de que uno de los hermanos de Raquel, Darío, tuvo actitudes suicidas y Marcelino Pereira -padre de la muchacha y abuelo de los pequeños- se entregó al vicio del alcohol. Esa situación preocupa mucho a todos.
“Ese momento no sale de la cabeza de mi hijo. Él estaba viviendo con ella en la casita y ese día una hora después de que él saliera Silvio los mató. Dos veces intentó quitarse la vida por sentir impotencia y no aceptar la muerte de su hermana y sobrinos. Ese hombre no sólo quitó tres vidas, destruyó a toda nuestra familia”, señaló envuelta en lágrimas de dolor, Rosa Figueira, madre de Raquel.
Sobre el proceso judicial contra el presunto femicida Mogarte, los allegados a las víctimas aseguraron no contar con información certera. “Lo que sabemos es que las pruebas de ADN realizadas en los elementos secuestrados dieron positivo. Sobre Silvio supimos que sería trasladado a un penal cuando pase la cuarentena, pero después nada más”,  expresó Viviana. También aclararon que Raquel no estaba embarazada como trascendió en una de las movilizaciones por pedido de justicia que se llevó a cabo en San Vicente.
Los familiares reconocen el trabajo de las autoridades del Juzgado de Instrucción Tres, que es presidido por el magistrado Gerardo Casco, pero en medio de su triste semblante aseguran que el único consuelo es que el acusado reciba la pena máxima. Exigen Justicia. “Tenemos miedo de que no reciba la pena que corresponde. Son tres vidas, vimos casos similares en que el culpable no fue sentenciado como debería. Confiamos en el trabajo de la Justicia y pedimos todos los días que Dios ayude a que pague por lo que nos hizo”, suplicó la madre de la víctima.
“Yo no me siento con fuerzas para ir a ese lugar donde los mataron de forma tan cruel, sólo tendremos un poco de tranquilidad cuando se haga justicia, es lo único que pedimos. Lo demás iremos superando, cuesta mucho, pero estamos unidos y saldremos adelante”, finalizó Figueira.
La familia reconoció y se mostró muy agradecida con el acompañamiento que recibieron durante las horas más difíciles por parte de los vecinos, familiares, amigos, de la Municipalidad, Acción Social y la Policía de Misiones.

Los meses previos y la detención de Silvio Mogarte

Luego de terminar la relación con el padre de su hijo menor, Raquel le pidió a su abuelo que le cediera un espacio en la chacra para poder construirse una vivienda. Su intención era plantar y criar animales con el fin de salir adelante, ya que se encargaba de la crianza de dos niños prácticamente sola.
Ocho meses antes de ser asesinada edificó a unos mil metros de la vivienda de sus abuelos en Colonia Fortaleza. Al lugar se accede por la ruta provincial 21 luego de un tramo de diez kilómetros terrados desde el empalme con la ruta nacional 14 y otros quince kilómetros desde San Pedro hasta Terciados Paraíso por la mencionada arteria nacional.
Allí, poco tiempo, después se instaló también Mogarte, con quien la joven mantuvo una corta relación de tres meses. La convivencia no duró más de 15 días, hasta que el hombre decidió volver a Terciados Paraíso, donde vivía cerca de la casa de sus ex suegros.
Sin embargo, según reconstruyó la investigación, la mañana del miércoles 7 de agosto sobrevino el horror. Mogarte asesinó a Raquel y sus hijos a machetazos en el patio de su casa, muy cerca de la letrina del lugar. La violencia fue tanta, que hasta los médicos que hicieron la autopsia se sorprendieron.
Según pudo averiguar en ese entonces este matutino, Raquel tenía lesiones en las manos, cabeza y rostro, además de una puñalada que le atravesó el pulmón y el hígado, mientras que el mayor de los niños casi que fue diseccionado a la mitad.
El comisario Juan Aurelio Fernández, entonces jefe de la Unidad Regional VIII de San Vicente, declaró a El Territorio que no había denuncias previas y describió la luctuosa escena: “A unos 40 metros se veían los cuerpos tirados en el patio”.
Todo indica que una vez concretada la secuencia asesina, el triple femicida intentó suicidarse con un rifle modificado para disparar municiones 22, aunque no logró su cometido.
Por las distancias, nadie escuchó nada. Mogarte salió del lugar malherido y caminó hasta la chacra de un vecino con el machete en la mano. El hombre, desconfiado, pidió que el presunto asesino suelte el arma y recién entonces lo asistió y llevó a la comisaría jurisdiccional. “Me atacaron”, había dicho.
Trascendió que en el lugar había admitido los hechos y señaló que se quería morir. Sin embargo, en su declaración indagatoria, el 30 de agosto del año pasado, decidió abstenerse de declarar.
Los investigadores volvieron a la escena del crimen dos días después y, bajo la supervisión del juez Gerardo Casco, hicieron un nuevo rastrillaje en la zona. De esta forma incautaron el arma de fuego mencionada, un cuchillo y una prótesis dental que sería del detenido.
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(El Territorio)

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