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Meses antes de matarla, Lukasiewicz había intentado quemar a su pareja

 

Poco más de dos semanas después del femicidio de Laura Liliana Toth (52) en Gobernador Roca, van emergiendo en la memoria de sus allegados más directos algunos episodios de extrema violencia que hacían presagiar lo que ocurrió después.
Son hechos cometidos por quien durante alrededor de 30 años fue su concubino, Teodoro Lukasiewicz (64), finalmente detenido por haberla asesinado de un cuchillazo por la espalda frente a varios integrantes de su familia a mediados del mes pasado.
Marca claramente que se sentía dueño de ella. Le hacía saber cada vez que podía, la agredía y esa condición de poder, que se alimentaba con fuerza en su cabeza, hizo creer a la víctima que no podía salir a pesar de las veces que debió correr en busca de ayuda para momentáneamente ponerse a salvo. Después volvían y todo se iniciaba nuevamente.
En las últimas semanas antes de su asesinato, la convivencia se había vuelto insostenible. No la dejaba salir sola, ni siquiera para comprar alimentos en una despensa cercana a su casa, en el barrio 25 Viviendas. Le prohibía visitar a sus propios hijos o tomar mate con sus hermanas, y sin embargo, ese infierno era únicamente puertas adentro, porque cuando salía quería que ella vaya con él, sonriente y de la mano, haciendo como si nada pasaba. Pero pasaba.
Un par de meses antes de ser asesinada, en Corpus y junto a una hija, Liliana habría vivido un momento de miedo indescriptible. Es una de las tantas secuencias violentas de acuerdo a lo asegurado por algunos integrantes de su familia, que desde la semana pasada empezaron a declarar en calidad de testigos ante el titular del Juzgado de Instrucción Siete de Posadas, Carlos Giménez.
Todo se desarrolló -dijeron- en la casa de una de las hijas que el sindicado asesino tuvo con Toth. Liliana llegó exaltada, temerosa, diciendo que no podía vivir más con el hombre, que habían discutido, le tenía miedo y necesitaba ayuda o al menos quedarse ahí por un tiempo. La dueña de casa le dio asilo tratando de entender qué estaba pasando, aunque supuestamente ya sabía cómo venía la mano.
Pero la tranquilidad se habría interrumpido de golpe cuando Lukasiewicz llegó a los gritos en busca de su pareja. Las mujeres se encerraron. Minutos después la hija trató de dialogar con su padre, pero no entró en razón, dijeron. Sólo quería a Liliana, pero ella estaba encerrada en una de las piezas sin las mínimas intenciones de salir.

Entonces la furia del hombre fue en aumento, al punto de que comenzó a rociar la casa con nafta con la clata intención de prenderla fuego. Para evitar la tragedia Liliana salió y, una vez más, se sometió a su deseo. En tanto, el resto se dio cuenta de que el bidón con combustible lo había llevado él, lo que marca cierto grado de premeditación en sus actos.

“Era un enfermo”

La mayoría de los testimonios de los parientes de Toth, en sede judicial, apuntan al hombre. Lo calificaron como un sujeto de doble personalidad, es decir, amable con sus conocidos pero violento en su entorno íntimo, sobre todo con su concubina.
“Es de reaccionar sin importarle las consecuencias”, aseguraron, mencionando como ejemplo algunos casos en los que la víctima solamente agachaba la cabeza por temor a responder. “La primera vez que decidió dejarlo en evidencia, la mató”, dijeron.
“Liliana llegó a decirle a una de sus hermanas que no lo aguantaba más, que quería matarse antes de seguir con él (por Lukasiewicz), pero le tenía mucho miedo y nunca lo denunció por eso. Él amenazaba con que si denunciaba mataría a la mamá o a sus hijos. Era un enfermo que no la dejaba ni tomar mates con las hermanas. Tenía celos de todos, la perseguía en todo momento”, recordó una sobrina de la víctima a este matutino.
En ese contexto agregó que el sindicado asesino “todo el tiempo hablaba de matar. Una semana antes del asesinato encaró a una cuñada (hermana de Liliana) y le dijo que iba a matar a su mujer porque lo engañaba. Le dijeron que estaba loco, que pare un poco la mano y él respondió ‘total voy cinco años preso y listo’ con absoluta tranquilidad”. Finalmente cumplió.

Toth murió el 18 de agosto, antes del mediodía. Los testigos presenciales del ataque detallaron que minutos antes ella lo acusó de haberla estrangulado. Dijeron que el tomó un cuchillo de la cocina y en absoluto silencio la apuñaló por la espalda. Después escapó al monte.

Detenido, sin comer y delirando

Lukasiewicz fue imputado por el delito de homicidio doblemente calificado, por el vínculo y por haberlo cometido en un contexto de violencia de género. Por el momento permanece alojado bajo estricta vigilancia en una comisaría de la zona Centro, aunque próximamente será alojado en una unidad penitenciaria.
Como estuvo prófugo dos días, la posibilidad de excarcelación se redujo significativamente, salvo que su defensa exponga alguna cuestión relacionada con su salud.
Desde su entorno cercano dieron cuenta del supuesto padecimiento de una enfermedad terminal por la que estaba medicado, antes de cometer el crimen. Eso quedó sobre relieve cuando limpiaron la habitación que ocupaba junto a Liliana y encontraron gran cantidad de medicamentos.
El Territorio pudo averiguar que, en su lugar de reclusión, el acusado pasó alrededor de una semana sin comer. Desde entonces tampoco recibió visitas, generando preocupación en las autoridades por supuestos episodios poco razonables. “Nos dijeron que habla solo, se hace el loco, esperamos que no quiera zafar de lo que le espera por lo que hizo”, dijeron.
(El Territorio – Por Cristian Valdez)

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