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Oberá: 18 años de cárcel para un hombre que abusó durante años de su hija

Orlando manoseaba a la niña desde que ella tenía cuatro años y a los diez comenzó a violarla. Ella escribió una carta y entonces la familia se enteró del tormento que vivía.

Un hombre de 40 años fue condenado a 18 años de prisión al ser hallado culpable del delito de “abuso sexual con acceso carnal agravado por el vínculo”. La víctima, por años, fue su propia hija.
 
El acusado, un trabajador metalúrgico de nombre Orlando, llegó a juicio privado de su libertad. Para preservar la identidad de la niña, este Diario no publica el apellido del progenitor. 
 
Desde el momento en que la madre radicó la denuncia en sede policial, la Justicia tomó cartas en el asunto y determinó su prisión preventiva. Tuvo la siniestra capacidad de abusar de su hija durante mucho tiempo, sin que su esposa se enterara. Sobrepasada por la situación, la niña tampoco podía expresar los tormentos a los que era sometida. 
 
Los primeros acercamientos sexuales ocurrieron allá por 2010, cuando la niña tenía entre cuatro y cinco años. Fue en la misma casa que compartían en el barrio Bella Vista, cercano al aeródromo de Oberá. 
 
Lo que durante mucho tiempo consistió en manoseos, derivó en lo peor tiempo después. Probablemente al ver que realizaba su cometido con total impunidad, el padre dio un paso más en los abusos. Cuando su hija cumplió los diez años comenzó a accederla carnalmente mientras la madre no se encontraba en la casa. Eso continuó por espacio de dos años hasta que la niña supo canalizar el infierno que vivía con su papá. 
 
La carta del horror 
En febrero de 2017 la menor escribió una carta en la que contaba cómo era violada por su propio progenitor. Días antes se había peleado con él y eso fue el detonante que la llevó a descargar su pesadilla. 
 
En la misiva describió que su padre había empezado a manosearla cuando tenía cinco años y desde los diez la violaba. Esto ocurría porque la progenitora trabajaba como empleada doméstica mañana y tarde, por lo cual, su papá tenía mucho tiempo disponible para someterla a su antojo. 
 
Escribió también que ya no aguantaba más. Entregó el escrito a su hermano que, automáticamente, empezó a atar cabos sueltos y se lo hizo saber a su madre. Ellos no podían creer lo que la nena contaba. El matrimonio llevaba una relación de casi 20 años y la esposa nunca había sospechado nada. 
 
Envalentonados para protegerla, ambos se dirigieron la seccional más cercana a denunciar el hecho. El Juzgado de Instrucción determinó la detención del padre, quien finalmente ayer se sentó en el banquillo de los acusados. 
 
Negó todo, pero tanto las pericias médicas como las pruebas realizadas en Cámara Gesell, por profesionales de la psicología, terminaron dando por ciertos los abusos ocurridos contra la niña. 
 
Al momento de dictar la sentencia el Tribunal presidido por el magistrado José Pablo Rivero y secundado por los jueces Francisco Aguirre y Lilia Avendaño, tomó como agravante que el que cometió el abuso fue nada más y nada menos que el padre de la niña, quien supuestamente era quien debía resguardar por su integridad física, psíquica y sexual. Además, cometió dos  delitos en concurso real. 
 
En principio fue el de abuso simple (entre los 4 y los 10 años de edad) para luego cometer el abuso con acceso carnal (hasta los 12). En ambos casos estuvo agravado por el vínculo. En ese sentido, dictaron sentenciar a Orlando a la pena de 18 años de prisión con costas, por el delito de abuso sexual contra su hija. 
(P.E.)

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